Entre las principales carencias que afectan al cultivo de viña destaca la
carencia en Hierro o clorosis férrica, la cual se halla inducida en la mayoría de los casos por las condiciones del suelo que favorecen la formación de compuestos insolubles de Hierro, especialmente en suelos con un pH elevado y alto contenido de caliza activa (CaCO3). La clorosis férrica se manifiesta generalmente antes de la floración, por un amarillamiento de las hojas nuevas mientras los nervios quedan verdes. En casos graves, el amarillo evoluciona hacia un tono blanco con necrosis marginal. Como consecuencia, el crecimiento se ralentiza y se producen fallos en el metabolismo de la planta con graves consecuencias sobre la producción.
El “palo negro”, “desecación del raspón” o “black stem” es una enfermedad fisiológica debida a un desequilibrio del contenido en Magnesio, Calcio y Potasio en la planta. Se manifiesta durante el envero por la aparición de necrosis de color parda en el pedúnculo de la uva, y posteriormente su desecación y la de los frutos. Su consecuencia es una importante pérdida de cosecha y disminución de la calidad.
La deficiencia de Boro se manifiesta por un amarillamiento difuso de las hojas, entrenudos cortos, muerte de yemas apicales y falta de azúcares en las bayas. La carencia de Boro puede producir también alteraciones en la floración: “corrimiento” de la flor y del fruto, el cual tiene por consecuencia la caída de ovarios fecundados y bayas jóvenes, así como la formación de uvas de distinto tamaño. En estos casos se pueden producir importantes pérdidas de calidad y rendimiento, a veces incluso sin observarse con claridad síntomas visibles.