La carencia de Hierro en hoja, o clorosis férrica, es muy frecuente en el cultivo de rosas. La clorosis férrica se manifiesta por la tonalidad verde-amarillenta y luego amarilla que adquieren las hojas más jóvenes de los tallos, excepto los nervios que permanecen verdes.
Los síntomas de la deficiencia en Manganeso son muy parecidos a los del Hierro, diferenciándose en que la tonalidad verde-amarillenta aparece en forma de mosaico entre los nervios de las hojas. Además, estos síntomas aparecen también en las hojas jóvenes aunque no en las últimas hojas formadas.
La aparición de síntomas de deficiencia de Hierro y Manganeso puede deberse a un pH elevado de la solución del suelo y a un alto contenido de caliza activa, que favorecen la adsorción del Fe y del Mn al complejo arcillo-húmico o la formación de compuestos no asimilables por la planta.
La deficiencia en Calcio produce un crecimiento anormal de las raíces produciendo tallos más cortos. También tiene influencia en la conservación de las flores. La falta de Calcio contribuye a la fragilidad de los tallos y de los pedúnculos, lo cual se transforma en un mayor porcentaje de fracturas en post-cosecha. La deficiencia en Boro suele ir asociada a la de Calcio y se manifiesta por la aparición de hojas más pequeñas y deformadas, por la muerte de la yema terminal y la aparición de tallos laterales.
La carencia de Magnesio se manifiesta por un amarillamiento de la hoja, el cual aparece en las hojas viejas del tercio inferior de la planta.