Los cereales son particularmente sensibles a las deficiencias de dos microelementos:
Manganeso y Cobre, mientras que las deficiencias de Zinc, Boro y Molibdeno son menos comunes. En cuanto a la deficiencia en Hierro, la cebada es más sensible que el trigo.
Los síntomas de la deficiencia de Manganeso en las hojas de los cereales se presentan con pequeñas diferencias en el aspecto según especie y variedad, pero en general, se manifiesta siempre mediante una clorosis más o menos continua entre los nervios, dando un aspecto de rayas y estrías. También pueden aparecer manchas oscuras sobre las hojas. Las condiciones de suelo más propicias a las deficiencias de Manganeso son los pH altos y una elevada aireación del suelo.
En cereales, la deficiencia de Cobre aparece primero en el estado de ahijamiento, sobre las puntas de las hojas. Los ápices de las hojas se blanquean y los entrenudos se acortan. La falta de cobre produce una disminución en la formación de inflorescencias, las espigas no están completamente desarrolladas y quedan en parte vacías. Los efectos sobre el rendimiento son considerables ya que la producción de las áreas afectadas puede ser nula.
En cuanto a la carencia de Hierro, los síntomas de la clorosis comienzan en las hojas jóvenes por la aparición de rayas cloróticas entre los nervios, progresando rápidamente por toda la hoja.
La deficiencia de Zinc se manifiesta por una mancha blanca entre los nervios centrales y el borde de la hoja. El espigado y la madurez se ven retrasados.
En suelos con bajo contenido en Zinc o suelos calcáreos con baja disponibilidad para las raíces, se produce una disminución de rendimiento y por tanto las pérdidas económicas pueden ser significativas.